El caldo de huesos es una de las recetas más ancestrales que existen. Ya en la Grecia Antigua era famoso para curar problemas intestinales, y muchas culturas lo tenían presente en su día a día como reconstituyente y sanador.
El caldo de huesos a lo largo de la historia
Para poneros en contexto, vamos a remontarnos casi al comienzo de los tiempos, cuando la caza era la actividad principal y en los hogares se tenían las 24h del día pucheros en el fuego en los que introducían distintas partes del animal cazado junto con agua. Su cocción durante horas daba como resultado un caldo denso que remineralizaba y que muchos pueblos, como los vikingos, utilizaban para dar energía y fuerza a sus guerreros antes de las batallas.
Como hemos dicho, en la Antigua Grecia su uso era medicinal y se empleaba para curar trastornos intestinales. Lo cierto es que el paso del tiempo no ha dejado esta receta en el olvido y nuestras sabias abuelas siguen, a día de hoy, preparando, aunque con matices, este caldo milenario que sana por dentro y por fuera.
Entonces, ¿en qué consiste el caldo de huesos?
El caldo de huesos es un caldo que se obtiene tras la cocción durante 24 horas de huesos de animales en agua. Habitualmente son de ternera, pollo o cerdo, pero lo que de verdad interesa de ellos es su colágeno.
El colágeno es una proteína muy importante para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Está presente en nuestros huesos, músculos, órganos, piel, uñas y cabello.
Con el paso de los años vamos perdiéndolo y es necesario reponerlo de forma externa, y ahí es donde entra en juego el caldo de huesos.
Al hervir durante tantas horas los huesos del animal vamos a conseguir que los minerales y el colágeno de huesos y cartílagos pasen al caldo. Esta es la clave para saber que estamos frente a un verdadero caldo de huesos con todas sus propiedades y beneficios.

Propiedades del caldo de huesos
Está demostrado que ingerir caldo de huesos contribuye a un correcto funcionamiento de nuestro organismo gracias a sus propiedades remineralizantes, antiinflamatorias, digestivas, hidratantes, nutritivas e inmunológicas.

Caldo de huesos es salud intestinal
El caldo de huesos además de colágeno contiene magnesio, mineral imprescindible para el buen correcto funcionamiento del cuerpo.
Asimismo, está considerado fundamental para tratar trastornos digestivos dentro de los que destaca la permeabilidad intestinal. Con el estrés, una alimentación inadecuada y la genética, el intestino se vuelve permeable permitiendo que ciertos alimentos no se digieran bien y acaben yendo hacia otros tejidos. El caldo de huesos contiene glutamina, un aminoácido que combate esa permeabilidad.
Caldo de huesos es antiinflamatorio
Es una buena fuente de calcio que actúa como refuerzo óseo por lo que es muy bueno para ayudar en casos de artritis y procesos inflamatorios.
Gracias a la glucosamina y otros compuestos que se extraen del colágeno y los cartílagos del animal se reduce el dolor articular que suele darse en episodios inflamatorios, por esta razón se lo considera un antiinflamatorio natural.
Caldo de huesos es un regenerador de la piel
El caldo de huesos es beneficioso para la piel ya que ayuda a recuperar el tono y evita la flacidez reactivando el tejido conectivo del cuerpo. De esta forma la piel se nota más elástica y luminosa.
Con sus propiedades conseguimos retrasar el envejecimiento cutáneo y lucir una piel mucho más sana.
Además, promueve el crecimiento del cabello y de las uñas gracias a su colágeno lo cual da como resultado uñas más fuertes y cabello más sano, brillante y fuerte.